Seguidores

28 de enero de 2012

DESTINO PENDIENTE




Km. 112, Km. 113, Km. 114... Pasaban los kilómetros, pasaban los carteles publicitarios, pasaban las farolas... todo pasaba. Ahora allí... ahora aquí... ahora atrás. Cuanto más avanzaba por la carretera, más pensaba en el futuro, que pronto se haría presente, y rápido pasado.

En todos sus solitarios viajes como agente comercial, siempre terminaba pensando en lo mismo: el correr del tiempo. Tenía 29 años, separado y -como los marinos- con un ¿amor? en cada ciudad. Pero su vida estaba vacía. La vivía como una marioneta. Antes la dirigía su mujer, ahora su jefe y luego... ¡quién sabe! La cuestión es que el tiempo pasaba, la existencia transcurría monótona y lo más gracioso, es que quizás en el futuro anhelara volver atrás.

Tenía tanto miedo de envejecer y acabar solo, que a veces se imaginaba con 80 años, sentado en una silla de ruedas y rodeado de gatos; entonces cerraba los ojos y deseaba volver a tener 29; luego los abría y decía, “deseo cumplido”. De esta manera veía la vida de otra manera, aunque solo fuera por poco “tiempo”.

Llamó su atención la indicación de desvío en 1000 metros, del siguiente pueblo. “Que curioso, ¿de qué me suena el nombre?” –pensó–. Era la primera vez que pasaba por esa autovía y no tenía clientes en la zona. 500 metros para la bifurcación, y sin saber porqué, puso el intermitente y desplazó el coche al carril derecho. Una subida, una rotonda y en quinientos metros entró en el pueblo.

Casas nuevas y viejas se unían en una amalgama de colores. Recorrían las fachadas desde el blanco al naranja, pasando por el amarillo y el ocre. Miraba desde la ventanilla el caminar sosegado de sus habitantes y visitantes. Era como volver al pasado. Había algo en ese entorno medio rural, medio urbano que atraía su presencia mientras su mente luchaba por ¿recordar?, ¿revivir? Toda su vida la había pasado en Madrid; y los veranos, también. Solo conocía el ambiente “campestre” por alguna que otra escapada planificada por su “ex”.

Guiado, quizá por su experta conducción, giró a la derecha y aparcó rápidamente en un espacio hecho a la medida para su todoterreno. Callejeó distraído y sin prisa durante un cuarto de hora, con la convicción y extrañeza de haber pisado esos viejos adoquines. Admiraba las vigas y columnas de madera que decoraban los soportales como si fueran antiguos amigos. Incluso algunas personas con las que se cruzaba le resultaban vagamente familiares. Al llegar a la plaza del pueblo, sus ojos y luego sus pasos se encaminaron hacia una taberna situada al lado del Ayuntamiento. Un gastado cartel indicaba el nombre del establecimiento: Bar Genaro. “¡Vaya! Mi nombre en un rótulo” –pensó con sorna–.

Una vez dentro, recorrió con los dedos la dorada barra que avanzaba sujeta al blanco mostrador. Tomó el último taburete y sentándose en él, pidió una cerveza al laborioso camarero.

–Aquí tiene... para acompañar –dijo el hombre, situando un pequeño plato con aceitunas junto a la bebida.
–Gracias –respondió Genaro.
–¿Qué le ha traído hasta este pueblo? ¿Turismo? –preguntó el camarero mientras secaba una taza.
–Si, y no. La verdad es que... no sé porqué me he desviado de mi camino, y ahora que estoy aquí, es como si lo conociera.
–¿No ha estado nunca? ¿Ni de pequeño?

El camarero miraba hipnotizado cómo Genaro pinchaba las aceitunas de tres en tres y dirigía el pequeño palo repleto hacia la boca, para luego retirarlas con los dientes una a una.

–Que yo sepa, no. He nacido y crecido en Madrid. Ahora por cuestiones laborales me muevo bastante, pero jamás he pasado por esta zona.
–Pues eso si que es interesante. A lo mejor lo ha visto en algún reportaje de la tele.
–No sé... quizá. Porque otra explicación... no encuentro.

Genaro miró el cartel donde figuraba el menú del día, y apurando la cerveza decidió quedarse a comer.

Las tres de la tarde y en el televisor comenzaban los informativos.

–Ángel, me trae un café, por favor –dijo Genaro sin quitar la vista de la pantalla.

El camarero se acercó con lo solicitado.

–¿Está seguro que nunca ha venido por aquí?–-comentó un poco asombrado.
–Si. ¿Por?...
–¿Y cómo sabe mi nombre, si no se lo he dicho? –preguntó Ángel.
–Ni idea. Me ha salido, sin más. Tal vez alguien le ha nombrado y me he quedado con él.
–No se... –dijo el camarero dudando–. Usted es un poco raro. No ha venido nunca por aquí, pero le suena el pueblo; no me conoce, pero sabe mi nombre...
–Pues no sé que decirle. Yo estoy tan desconcertado como usted.
–Y además, tiene una manera de coger las aceitunas similar a... la de alguien que conocí.
–¿Y qué tiene de extraño? Muchas personas tenemos costumbres similares –dijo Genaro sin dar mayor importancia–. ¿Era algún allegado?
–... el hijo del dueño.
–¿Y dónde está ahora? ¿A ver si resulta que le conozco?
–No lo creo. Falleció hace 29 años.
–¿29? ¡Qué casualidad! Los que yo tengo.
–¿Que tiene usted 29 años? –añadió el camarero sorprendido.
–Sí. Recién cumplidos.
–Déjeme adivinar. ¿El 25 de Mayo?
–¡Sí! ¿Cómo lo ha sabido?
–... y ¿no se llamará Genaro?... sería mucha coincidencia...
–Pues sí... pero sigo diciendo que... ¿cómo lo sabe?
–Porque ése era su nombre y la edad que tenía... cuando falleció –dijo Ángel apesadumbrado.
–Cuánto lo siento. ¿Cómo murió?... si no es indiscreción.
–En un accidente de coche. Exactamente a las once y cinco de la noche. Lo tenemos muy grabado las personas que lo conocíamos... y le queríamos.

Ahora el sorprendido era Genaro. Él había nacido en un coche camino del hospital, exactamente a las once y cinco de la noche.

22 comentarios:

  1. Una Historia llena de intriga y misterio. Un cuarto milenio a la carta. Me ha dejado estupefacto y preguntandome si no será verdad que cuando surgen situaciones, momentos, imagenes... sucesos que hemos pensado o recordado antes y posteriormente se producen.
    Estupenda Historia, Teresa.
    ¡¡¡Gracias!!! Por tu comentario en mi Poesía "Negri" Me ha encantado tu Poesía. Es Preciosa.
    Desde este momento me hago seguidor de tu blog, que es un estimulo para los sentidos, lleno de sensualidad y ternura.
    Un abrazo, Teresa.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Pedro Luis, ha sido un placer leerte.
    Me alegro que te haya gustado mi relato.
    Recibe otro abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Hola Teresa, muy buen relato, con intriga y que final!!!
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Lapislazuli! Gracias. Me alegro que te haya gustado. Yo sigo pendiente de tu "premio nacional de pintura"

      Besos.

      Eliminar
  4. Tus relatos enganchan, Teresa. Intriga y un buen desarrollo.

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Gracias Verónica! Se hace lo que se puede, pero realmente me gusta escribir (y leer) este tipo relatos.

      Besos.

      Eliminar
  5. Me gustó mucho tu cuento...y, sinceramente, me dejó pensando. Besos. haydée

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Haydée. Es que la reencarnación es tema para pensar mucho, y muy despacio.

      Besos.

      Eliminar
  6. Teresa, que intenso, interesante, misterioso¡¡¡
    Si yo creyera en la reencarnación....quisiera hacerlo en un cachorrillo en brazos de una niña....
    Grandiosa¡¡¡ Como siempre.
    Un besote.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Niebla! A mi tampoco me importaría ser un perrito, y en brazos de esa niña que fue y es maravillosa.

      Besos.

      Eliminar
  7. Cada ves que vuelvo me sorprende es un place leerte,atraes con lo que escribes..
    Gracias por tu visita
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti mardelibertad, por tu visita, tu lectura y tus palabras.

      Besos.

      Eliminar
  8. Ya voy leyendo varios trabajos tuyos Teresa, pero este relato, en particular, me atrapó desde el principio y en su final, me causó escalofríos, (no muchas cosas me causan esa sensación) lo vas llevando tan bien, que el lector logra situarse en el mismísimo lugar, a la hora exacta; si hasta creí imaginar las facciones de sus rostros al conversar...increíble!

    Realmente mis felicitaciones Teresa, destacado tu trabajo, un verdadero placer.

    Abrazos!

    ResponderEliminar
  9. ¿Qué tal Movisi?

    Pues entonces es un honor que mi relato te haya provocado escalofríos, sabiendo que son tan escasos jejeje.

    Gracias por tu lectura.
    Besos.

    ResponderEliminar
  10. Un placer leer tu relato amiga Teresa.
    La vida es así, nadie sabe donde nacerá en un momento dado, nacemos donde el destino quiere que nazcamos ...

    Gracias mil de corazón por ser y estar en mi vida bloguera.

    Besos de MA.

    El blo de MA.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El placer es mío Ma.
      El destino es el dueño de nuestras vidas. Al final siempre es, lo que determina.

      Besos.

      Eliminar
  11. HOLA TERESA
    INTENSO RELATO, FUERTE, CONTUNDENTE... CON UN FINAL ESTUPENDO PROPIO DE LOS GRANDES ESCRITORES Y DE QUIEN MANEJA A LA PERFECCIÓN EL ARTE DEL BUEN DECIR... DE LA ESCRITURA.

    BESOS
    ME ENCANTÓ.

    PD ME ALEGRO QUE TE HAYA GUSTADO EL REGALITO.

    CARIÑOS

    ResponderEliminar
  12. ¡Hola Luján!

    Sobrealimentas a mi ego con tus palabras, y eso no es bueno... a ver si al final le voy a tener que poner a dieta jejeje.

    Gracias sinceramente por tu regalo. Me encanta tu amistad.

    Besos.

    ResponderEliminar
  13. Si bellos son tus poemas, tus relatos son de una intensidad tal que te atrapan desde la primera linea hasta llegar a la perfección final. Digno de una gran escritora.

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me siento muy halagada con tus palabras José Manuel. Se agradecen de corazón.

      Besos.

      Eliminar
  14. Muy buen cuento fantástico. Es una de esas historias que te atrapan durante su lectura y siembran tu mente de posibles desenlaces y de asociaciones con otros relatos del género, conocidos previamente.

    ResponderEliminar
  15. Gracias por tu halago. Me alegra que te haya gustado.

    Besos.

    ResponderEliminar

Vistas de página en total